Y ustedes? ¿Están ustedes contentos?
Ninguna respuesta: Gavrilov, que éste era el nombre del sargen'to, parece reflexionar.
—No, señor—dice al fin—. No es agradable nuestra vida. Créame usted; a veces es tan triste que todo lo que nos rodea nos inspira un profundo disgusto. No podría decirle a usted la razón, pero cada vez está uno más harto de esta vida...
—¿Es demasiado difícil su servicio?
—Eso además. Los jefes son muy exigentes; la disciplina severa... Pero no es eso lo que me disgusta...
—Qué, entonces?
—No lo sé.
Se hizo el silencio nuevamente.
—No, no es el servicio. Si uno cumple con su deber, todo va bien... Por otra parte, pronto acabaré mi tiempo y me iré a mi casa. El jefe me dice que siga. "Estoy contento de ti; ganarás tu vida, mientras que en el campo no tienes nada que hacer." —¿Y qué? ¿No acepta usted?
—No. Verdad es que en mi aldea me aburriré, tanto más cuanto que he perdido la costumbre del trabajo y también la de la comida... Además, en la aldea, es todo tan duro, tan grotesco...
—Entonces, ¿por qué no sigue usted en el servicio?
Keflexionó otra vez, y dijo:
—Para hacerle comprender a usted esto, tengo que contarle un caso... que pasó conmigo.
—Le escucho a usted.
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