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que empieza a agitarse, se acuerda del pasado.

Ahora no se podrá dormir.

—¡Qué niño es!, dijo Motria, dándole sopa al viejo Este no comprendía que era de él de quien hablaban. Estaba abatido. En algunos momentoscuando el viento golpeaba la ventana, manifestaba angustia y prestaba oído, como espiando algo, con espanto.

Pronto se restableció la calma. La antorcha iluminó débilmente la habitación. Un grillo cantaba junto a la pared su canción monótona. Parecía que millares de voces sordas, pero potentes, disputaban en el bosque; fuerzas tenebrosas y amenazadoras se disponían a lanzarse por todos lados sobre la casita, y elaboraban el plan de ataque. A veces, cuando el ruido aumentaba, temblaba la puerta, como empujada desde fuera. El viento lanzaba por la chimenea sonidos lastime.ros. Luego la tempestad se calmó un poco; por ur. momento reinó un silencio pesado y amenazador, que cedió en seguida ante nuevos ruidos:

se diría que los viejos pinos tramaban entre sí desprenderse de la tierra y volar al espacio desconocido, en la tempestad.

Estuve dormido unos instantes. La tempestad seguía su curso. La antorcha, tan pronto se extinguía como se reanimaba, alumbrando la habitación. El viejo, sentado en su banco, buscaba en derredor, como esperando que alguien viniera a sentarse a su lado. Su rostro tenía la expresión del espanto y la impotencia infantiles.