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VI

Entraron en una bella y amplia "itsba" (1).

Cuando hubo entrado, notó Makar que fuera hacía mucho frío. En medio de la vasta habitación había una hermosa chimenea de plata, una verdadera obra de arte; en aquella chimenea ardían leños de oro, que daban un calor agradable, que penetraba por todo el cuerpo. El fuego no deslumbraba, no hacía daño a los ojos; pero calentaba admirablemente. Makar se hubiera estado con gusto eternamente al lado de aquel fuego. El pope se acercó también y se puso a calentar sus manos heladas.

(1) Casa rústica.

131 Había cuatro puertas, de las que sólo una daba a la calle; por las otras tres entraban y salían jóvenes vestidos de blanco. Makar pensó que debían ser los criados del gran Toyon. Hasta le parecía haberlos visto; pero no podía recordar cómo ni cuándo. Todos tenían en la espalda grandes alas blancas. Esto le sorprendió mucho a Makar, y se dijo que probablemente el gran Toyon tendría otros criados, pues éstos, con sus alas, no podían abrirse paso en la “taiga” espesa cuando tuvieran que ir a cortar leña.

Uno de los criados se acercó a la chimenea, y, dándole la espalda a Makar, entabló una conversación con el pope Ivan.