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habitando en el molino; no obstante confesar que aquella noche tenía una borrachera enorme, recuerda, sin embargo, que el molinero le abrió la puerta, y que su rostro estaba mortalmente pálido. Era verdad también que Iankel volvió de la ciudad al amanecer, antes de salir el sol, con un gran fardo al hombro, y que Opanas, igualmente, había vuelto a su casa borracho y descalzo.

Por tanto, todo aquello no era un sueño del molinero.

Pero, al mismo tiempo, no se podía admitir que en el curso de estos acontecimientos hubiera transcurrido un año entero, puesto que el molinero había ido, espantado y descalzo, a casa de Galia, al día siguiente de la escena tempestuosa que tuvo con las dos mujeres.

Yo creo que lo mejor será no romperse la cabeza para descifrar el enigma. Es posible que todo esto haya sucedido en realidad, como también es probable que no sea más que un sueño del molinero; ello no tiene mucha importancia. Pero oíd lo que os voy a decir: si tenéis algún amigo que posea un molino o dos tabernas, y que, sin dejar de fulminar anatemas contra los judíos, explote vergonzosamente a los pobres y les robe su último copec, leedle esta historia. Os garantizo que le causará una impresión profunda. Quizá no abandone su oficio; pero estoy seguro que os ofrecerá una copita de "vodka", sin mezclarla esta vez con agua.

Naturalmente, habrá personas que, al oír esta

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