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CAPÍTULO III.
Si la voluntad general puede errar.

De lo dicho se infiere que la voluntad general siempre es recta, y siempre se dirije á la utilidad pública; pero de aqui no se sigue que las deliberaciones del pueblo tengan siempre la misma rectitud. Queremos siempre nuestra felicidad, pero á veces no sabemos conocerla: el pueblo no puede ser corrompido, mas se le engaña á menudo, y solo entonces parece querer lo malo.

Hay mucha diferencia entre la voluntad de todos y la voluntad general: esta solo mira al interés comun; la otra mira al interés privado, y no es mas que una suma de voluntades particulares, pero quítense de estas mismas voluntades el mas y el menos, que se destruyen mútuamente, [1] y quedará por suma de las diferencias la voluntad general.

Sí, cuando el pueblo suficientemente informado delibera, no tuviesen los ciudadanos nin-

  1. Cada interés, dice el marqués de Argenson, tiene principios diferentes. La union de dos intereses particulares se forma por oposicion al de un tercero. Hubiera podido añadir que la union de todos los intereses se forma por oposicion al de cada uno. Sino hubiese intereses diferentes, apenas se dejaria sentir el interés comun, que nunca hallaria obstáculo; todo marcharia por sí mismo, y la política dejaria de ser un arte.