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ó de cuerpo político, al cual sus miembros llaman estado cuando es pasivo, soberano cuando es activo, y potencia comparándole con sus semejantes. Por lo que mira á los asociados, toman colectivamente el nombre de pueblo y en particular se llaman ciudadanos, como partícipes de la autoridad soberana, y súbditos, como sometidos á las leyes del estado. Pero estas voces se confunden á menudo y se toma

    es conocido entre los modernos, la mayor parte de los cuales creen que Civitas no es sino una ciudad y que un ciudadano no es mas que un vecino de ella. Ignoran que las casas hacen una ciudad; pero que solo los ciudadanos constituyen lo que se llama Civitas. El mismo error costó muy caro en otro tiempo á los Cartagineses. En ninguna parte he leido que se haya dado el título de Cives á los súbditos de ningun príncipe, ni aun antiguamente á los mismos Macedonios, ni en nuestros tiempos á los Ingleses, aunque mas cercanos á la libertad que ningun otro pueblo. (*) Solo los Franceses usan familiarmente del nombre de ciudadano, porque no tienen de él una verdadera idea, como se puede ver en sus diccionarios; pues sin esto caerian, usurpándole, en el crímen de lesa magestad: este nombre esplica entre ellos una virtud, y no un derecho. Cuando Bodin quiso hablar de los ciudadanos y vecinos de Ginebra, cometió una equivocacion muy grave tomando á los unos por los otros. No hizo lo mismo d'Alembert en su artículo, titulado Ginebra, antes distinguió muy bien las cuatro clases de hombres (y aun cinco, contando á los simples estrangeros) que hay en nuestra ciudad; de las cuales solo dos componen la república. Ningun otro autor francés, á lo menos que yo sepa, ha comprendido el verdadero sentido de la palabra ciudadano.
    (*) El autor escribia este tratado á mediados del siglo pasado. N. d. T.