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EL CONTRATO

para que el Estado esté en un buen equilibrio, es preciso compensado todo que haya igualdad entre el producto, y el poder de los Ciudadanos; que son Soberanos por una parte, y vasallos por otra. Y aun mas: no se podria alterar alguno de estos tres términos sin romper al instante la proporcion. Si el Soberano quiere gobernar, ó si el Magistrado quiere dar leyes, ó si los vasallos rehusan obedecer, el desórden sucede á la regla, la fuerza y la voluntad no obran ya de concierto, y el Estado disuelto cae de esta manera ó en el despotismo, ó en la anarquía. Enfin como no hay mas que un medio proporcional entre cada respeto, no hay tampoco mas que un buen Gobierno posible en un Estado. Pero como mil acontecimientos pueden mudar las relaciones de un Pueblo, los diferentes Gobiernos pueden ser buenos en diversos Pueblos, y aun en uno mismo en diferentes tiempos.

Para tratar de dar una idea de los diversos respetos que pueden reynar entre estos dos extremos, tomaré por exemplo el número del Pueblo como el mas fácil de exprimirse. Supongamos que el Estado está compuesto de diez mil Ciudadanos: el Soberano no puede considerarse sino colectivamente y en cuerpo, mas cada particular en calidad de vasallo es considerado