sus vecinos como los torbellinos de Descartes. Así los débiles peligran de ser enguillidos, y ninguno puede apénas conservarse sino poniendose con todos en una especie de equilibrio que haga la compresion igual en el todo. Se ve por aquí que hay razones para la extension, y razones para la estrechez, y no es ménor talento del político hallar entre las unas y las otras la proporcion mas ventajosa para la conservacion del Estado. Se puede decir que las primeras no siendo sino exteriores y relativas, deben estar subordinadas á los otras que son internas y absolutas. Una sana y fuerte Constitucion es la primera cosa que se debe buscar, y se puede mas bien contar con el vigor que proviene de un buen Gobierno que con los recursos que suministra un buen territorio.
Por lo demas, se han visto Estados de tal modo constituidos que la necesidad de conquistas entraba en su misma Constitucion, y que para mantenerse se veían forzados á engrandecerse. Puede ser que ellos se feliciten de su dichosa necesidad; pero al fin verán que su grandeza les atrahera poco á poco el inevitable momento de su ruina.