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EL CONTRATO

Por lo demás, la freqüencia de suplicios es siempre una señal de debilidad ó de pereza en el Gobierno. Ninguno hay tan malo que no se le pueda hacer bueno; y así no hay derecho para hacer morir sino al que no se puede conservar sin peligro.

En órden al derecho de hacer gracia ó de exîmir al culpable de la pena aplicada por la ley, y pronunciada por el Juez, no pertenece sino al que es superior al Juez y á la ley, es decir: al Soberano; pero su derecho en este asunto no es todavía claro, y los casos en que debe usarle, son muy raros: en un Estado bien gobernado hay pocos castigos, no por que se hagan mucnas gracias sino por que hay pocos criminales. La multitud de crímines asegura la impunidad quando el Estado se corrompe. En la República Romana jamas el Senado ni los Cónsules tentaron de hacer gracia; ni el Pueblo mismo la hacia aun quando revocaba algunas veces su propio juicio. Las freqüentes gracias anuncian que bien pronto los excesos no tendran necesidad de ellas, y cada uno conoce donde va esto á parar. Mas yo siento que mi corazon murmura y contiene mi pluma: dexemos disputar esta qüestion al hombre justo que no delinquiendo jamas, no tiene necesidad de gracia.