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SOCIAL.

del Soberano, con tal que en la presente sean buenos Ciudadanos.

Hay pues una profesion de fé puramente civil, cuyos artículos pertenece al Soberano fixar, no precisamente como dogmas de Religion, sino como sentimientos de sociabilidad sin los que es impossible á nadie ser buen Ciudadano y fiel vasallo.[1] Sin poder obligar á ninguno á creerlos, puede desterrar del Estado al que no los crea, no como impio sino como insociable, como incapaz de amar sinceramente las leyes y la justicia, y de sacrificar en la necesidad su vida á su deber: si alguno despues de haber reconocido públicamente estos mismos dogmas, se conduce como si no los creyera, sea pues castigado con pena de muerte, por que ha cometido el mas grande de los crímines y ha mentido delante de las leyes.

  1. Cesar perorando por Catalina, intentaba establecer el dogma de la mortalidad del Alma: Caton y Ciceron no se detuviéron en filosofar para refutarle, y se contentaron únicamente con demostrar que Cesar hablaba como mal Ciudadano, propagando una doctrina perniciosa al Estado. En efecto, el Senado debia juzgar de esto, y no de una qüestion Theológica.