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SOCIAL.

unos valientes bribones y unos infatigables intrigantes que teniendo poco talento; colocados en altos puestos, no sirven para otra cosa sino para hacer ver al Pueblo su ineptitud tan pronto como los ocupan. El Pueblo rara vez se engaña en esta eleccion, y el Príncipe continuamente. Un hombre de un verdadero mérito es tan raro en el Ministerio monárquico, como un tonto á la frente de un Republicano. Así quando por casualidad uno de estos hombres nacidos para gobernar toma en sus manos el timon de los negocios en una Monarquía casi abismada en un Caos por este monton de donosos regidores, todos sus individuos se sorprenden de los medios de que se vale para levantarla, y esto hace época en un pais.

Para que un Estado monárquico estuviera bien gobernado, era menester que su grandeza ó extension fuese proporcionada á las facultades del que le gobierna; mas fácil es conquistar que regir. Con una palanca suficiente con un dedo se puede bambolear todo el mundo; pero para sostenerle son necesarias las espaldas de Hércules. Por poco grande que sea un Estado, siempre el Príncipe es mas pequeño. Quando al contrario sucediera que un Estado fuera muy pequeño