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Lopez, «algunos jirones del estandarte español colgando de la lanza de que lo habian arrancado para salvarlo».

Ambos han olvidado que traia algo más: la victoria y el honor de la jornada, dejando en cambio el ejemplo de como se batían los arjentinos por la libertad chilena y de cómo se derrotaban leones á pecho descubierto y alta la frente.

O'Higgins, una de las más brillantes reputaciones chilenas, reconoció que el esfuerzo de los arjentinos evitó la ruina de las armas de Chile en aquel día.

¡Qué pronto habian de olvidar sus descendientes el beneficio recibido, apesar de tener siempre presente y usufructuar sus resultados: Pátria, libertad, gloria chilena!

Rota de hecho la alianza arjentino-chilena á consecuencia del tratado de Lircay, vergonzoso convenio en que Chile reconocia el vasallaje español, y á que no suscribieron el representante del Plata, Dr. Passo, ni Balcarce, los «Auxiliaras Arjentinos, recibieron órden de retirarse del ejército en campaña y reconcentrarse sobre Santiago por disposicion del dictador Lastra.

Al siguiente dia de su arribo á la capital, estalló en ella una sublevacion militar que llevó al mando supremo del Estado al revoltoso José Miguel Carrera. Muy poco despues los «Auxiliares Arjentinos» los salvadores de Chile en el Membrillar, eran brutalmente expulsados de Santiago por haber permanecido neutrales en las contiendas políticas del pais, cargo que Las Heras contestó inmediatamente con la altura y virilidad que le eran jeniales.

Pero producido el desastre de Rancagua, el caudillo chileno recordó en sus momentos de angustias a