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El DR. JEKYLL.

prohibición y de penetrar hasta el fondo, en busca de todos aquellos misterios.

Pero su profesión y la confianza que tenía en su difunto amigo le imponían severos deberes; de modo que el paquete fué á descansar en el más secreto cajón de su cofre particular.

Si por una parte su curiosidad se hallaba mortificada, por otra parecía excitada con violencia; y casi puede dudarse si desde aquel momento deseó Utterson con igual vehemencia la sociedad del amigo superviviente. Pensaba en él con afecto, sin duda; pero sus ideas estaban perturbadas y eran temerosas. Fué á verlo, sin embargo; quizá se congratuló de no ser conducido hasta su presencia; quizá también, en el fondo de su corazón, prefería hablar con Poole en la escalera y en medio de la atmósfera y de los ruidos de la gran ciudad, á penetrar en aquella casa en donde reinaba una esclavitud voluntaria, y sentarse á hablar con su impenetrable prisionero. Poole, además, no tenía nada bueno que comuni-