—Parecéis estar muy seguro de él—le dijo—y por lo que os estimo, espero que tendréis razón. Si el asunto llega á los tribunales, vuestro nombre podrá salir á luz.
—Estoy completamente seguro de él—replicó Jekyll;—para semejante certidumbre, tengo razones que no me es posible comunicar á nadie. Pero hay un punto respecto del cual podréis darme consejo. Tengo... he recibido una carta, y estoy dudando si debo ó no enseñarla á la policía. Desearía dejarla en vuestro poder, Utterson; vos juzgaréis la cosa con saber y prudencia, estoy cierto de ello; ¡tengo tanta confianza en vos!
—¿Teméis, probablemente, que esa carta pueda llegar á hacerlo descubrir?—preguntó el abogado.
—No—contestó el doctor—no puedo decir que me preocupe lo que ocurra á Hyde; he concluído enteramente con él. Sólo pensaba en mí mismo; hasta dónde podría exponerme ese deplorable asunto.