de que algún antiguo pecado se mostrase en plena luz. Su pasado era bastante limpio y sin tacha; pocos hombres hubieran podido leer las páginas de su vida con menos temor y aprensión, y sin embargo, sentíase como profundamente humillado á causa de las numerosas malas acciones que creía haber cometido, al mismo tiempo que se gozaba con el recuerdo de las que había sabido evitar.
Volviendo al asunto que le preocupaba, tuvo un rayo de esperanza.
Si se pudiera profundizar en el estudio de ese Hyde.... dijo para sí —debe tener grandes secretos; secretos siniestros, á juzgar por su cara; secretos ante los cuales las peores acciones del pobre Jekyll serían como brillantes rayos de sol. Pero las cosas no pueden seguir así. Se me hiela la sangre cuando pienso que ese ser se arrastra como un ladrón hasta el lecho de Enrique; ¡Pobre Enrique, qué despertar el tuyo! Y lo más peligroso de todo eso es que si el tal Hyde sospecha la exis-