de haber algo más, se dijo perplejo. Hay algo más; si pudiese darle á eso un nombre. ¡Ese hombre apenas se parece á un ser humano! Tiene algo del troglodita. ¿Será esto como la antigua historia del Dr. Fell? ¿Ó es únicamente el simple reflejo é irradiación de un alma mala que pasa á través de él y que altera ó desnaturaliza su envoltorio corporal? Porque, ¡oh, mi pobre viejo Enrique Jekyll, si alguna vez he leído la firma de Satanás puesta en un rostro, ha sido en el de vuestro nuevo amigo!
Precisamente al doblar la esquina de la calle, había un grupo de antiguas y grandes casas, en su mayor parte ya muy deterioradas, divididas en pisos con habitaciones separadas que se alquilaban á hombres de todas clases y condiciones, grabadores, arquitectos, abogados sin clientes, y agentes de negocios dudosos. Una de aquellas casas, sin embargo, la inmediata á la de la esquina de la calle, se hallaba ocupada por un solo inquilino, y á la puerta de aquella