cambiar de nombre á causa del escándalo. No, señor, he llegado á hacer de ello una regla de conducta; cuanto más sospechosa me parece una cosa, menos pregunto.
—Es, verdaderamente, un buen método—dijo el abogado.
—Pero he estudiado el paraje yo mismo—siguió diciendo Enfield;—la construcción no se parece apenas á una casa. No tiene ninguna otra puerta, y nadie ha entrado ó salido por esa en un largo espacio de tiempo, sino el caballero de mi historia. Hay tres ventanas, con vista al callejón sin salida, en el piso principal; debajo no existe ninguna; los postigos están siempre cerrados, pero se ven limpios. Además, tiene una chimenea que echa humo constantemente; luego, alguien debe vivir allí. Mas no es absolutamente seguro, pues las casas de aquel callejón sin salida encajan de tal modo unas dentro de otras, que es difícil decir dónde concluye una y comienza otra.