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El DR. JEKYLL.

así como al principio la dificultad había consistido en echar fuera el cuerpo de Enrique Jekyll, había ido poco á poco cambiando de aspecto, y consistía ahora en desalojar á la otra individualidad. Todo parecía, pues, conducirme á la misma conclusión, á saber, que perdía lentamente mi poder sobre mi ser primitivo, el mejor, el superior, y que con la misma lentitud me iba incorporando en el segundo y el peor.

Comprendía que era preciso escoger entre esos dos seres. Mis dos naturalezas tenían una memoria común, pero en cuanto á las otras facultades, estaban desigualmente compartidas. Jekyll (que era una mezcla) sufriendo á veces los temores más vivos y los apetitos más ávidos, se complacía tomando parte en los placeres y aventuras de Hyde; pero Hyde era indiferente para con Jekyll, ó sólo se acordaba de él como el bandido de las montañas se acuerda de las cuevas en donde se oculta cuando lo persiguen. Jekyll tenía más que el interés de un padre; Hyde tenía más que la indife-