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El DR. JEKYLL.

de aspiraciones generosas y piadosas, las cosas hubieran ido de otro modo, y hubiera salido yo de aquellas agonías del nacimiento y de la muerte como un ángel, en vez de haber salido de ellas como un demonio. La poción, en suma, era una cosa neutra; quiero decir que no era ni diabólica ni divina; no hacía más que sacudir las puertas de mi cárcel y de mi estado de ánimo; y como los presos de Filipi, lo que estaba encerrado se escapaba fuera. En aquel momento mi virtud se durmió, y mi genio malo, al contrario, despertado por la ambición, estaba alerta y dispuesto para aprovechar las ocasiones, y sus esfuerzos traían siempre á Eduardo Hyde. Así pues, aunque tuviese dos caracteres y dos rostros, uno era absolutamente malo, y el otro era siempre el viejo Enrique Jekyll, compuesto disparatado que ya desesperaba de poder perfeccionar y mejorar. Sus aspiraciones actuales lo empujaban enteramente hacia el mal.

Pero ni aún en aquel instante, había po-