entidades en él. Digo dos, porque el estado de mi propia ciencia no me ha permitido pasar de ahí. Otros me seguirán, otros irán más allá en esa vía; y aventuro, y me atrevo á emitir la opinión de que ulteriormente se reconocerá que el hombre es una simple aglomeración de diversos individuos sin ninguna relación entre sí. En cuanto á mí, por la misma naturaleza de mi vida, adelanté forzosamente en una sola y única dirección.
En el ser moral y en mi propia persona aprendí á conocer el perfecto y primitivo dualismo del hombre; vi que, de las dos naturalezas que parecían satisfechas en la extensión de mi conciencia, aunque hubiese podido realmente ser la una y la otra, era únicamente porque, en absoluto, tenía ó poseía las dos á la vez; y desde aquel momento, antes de que hubiese comenzado la marcha de mis descubrimientos científicos á sugerirme la más evidente posibilidad de semejante milagro, había aprendido á insistir con placer, como en un sueño des-