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El DR. JEKYLL.

—Ahora hay que tomar una determinación en cuanto á lo que resta que hacer. ¿Queréis ser prudente? ¿queréis ser conducido? ¿queréis que me lleve este vaso en la mano y que salga de vuestra casa sin decir una palabra más? ¿Ó bien vuestra curiosidad exige otra cosa? Reflexionad antes de contestar, pues se hará lo que mandéis. Si queréis, quedaréis como antes, tal cual estáis ahora, ni más rico ni más sabio, á menos que la conciencia de haber prestado un servicio á un hombre puesto en un apuro mortal, no pueda ser considerada como una especie de riqueza espiritual. Ó si preferís escoger el otro camino, un nuevo reino de ciencia, nuevas vías que conducen á la fama y al poderío os serán abiertas, aquí ante vos, en este cuarto, al instante mismo; vuestra vista quedará confundida por un prodigio que haría vacilar, que conmovería la incredulidad del mismo Satanás.

—Señor—contesté, haciendo creer en una calma y tranquilidad que estaba lejos de tener—habláis con enigmas, y no os sor-