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EL CASAMIENTO DE LAUCHA

—¡Cosas de la vida! ¡Cosas de la vida!— decía la parda, trastavillando, lagrimeando y babosa con la tranca.

Al rato se enloqueció del todo, y como ni podía estarse parada, se tuvo que quedar aquella noche. Al otro día le dijo á Carolina que había soñado que un ángel bajaba del cielo para venir á bendecida á ella y á mí, y que esa era seña segura de que íbamos á ser lo más felices. Que también soñó que le regalaban unas gallinitas, y un corte de vestido... ¡Miren la parda ladina!...

La gringa de puro contenta, porque yo no le había mezquinado aquella noche,—y si no ¡juegúenle risa no más! ¡después de andar galgueando tanto tiempo!—le regaló efectivamente las gallinas y el generito y hasta me parece que un par de pesos de yapa, con lo que la parda se fué contentísima, blanqueándole los dientes y relampagueándole los ojos.

Yo la atajé cerca del palenque, para pedir-