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EL CASAMIENTO DE LAUCHA

que siempre tienen cortos los pelitos de la barba?...

Bueno, pues, cuando salía al campo, á casar y á bautizar, iba en un bayo tan peludo y tan sucio como él. Por el pueblo poco se le veía, sino en la misma iglesia y á la hora de la misa, ó cuando había rosario, novenas, ó qué sé yo. Según decían los comerciantes del Pago, nunca gastaba un cobre, y hasta vendía las gallinitas y pollitos que le llevaban de regalo las beatas. Siempre andaba llorando miseria aunque el cuerpo le destilara grasa por todos lados. ¡Corrían unos cuentos de él!... Muchos vecinos se habían quejado varias veces al arzobispo, no me acuerdo bien por qué, pero el arzobispo se hizo la chancha renga, y el cura Papagna siguió tan suelto de cuerpo en la parroquia, casando, bautizando, diciendo misa y predicando... ¡Vieran los sermones!... Era cosa de perecer de risa. No se oían más que las mentas de las barbaridades