go contaba que en su vida todo habían sido miserias. Y, por último, describía la escena en que Kolia le había manchado de te la americana y hablaba del carácter político de nuestra conversación.
El policía, cuando terminó la lectura, torció el gesto y dijo: —Habrá que proceder a una información judicial. Es enojoso, pero puesto que se trata de una conversación política... ¿Qué ideas defendió tu hijo? Confiésalo sinceramente; no te servirá de nada ocultarlo...
Como es natural, contesté que la conversación, ni por asomo era política, y Niucha contestó lo mismo. Cherepajin gritó detrás de la uerta: —¡Interrógueme usted a mí, que lo diré todo!
Me llené de asombro; Cherepajin había sido siempre nuestro amigo y de pronto se mostraba dispuesto a ayudar a la policía en contra de Kolia.
El policía se puso muy contento.
—¡Que entre!
Cherepajin entró.
—¿Qué es lo que tú sabes respecto a esa conversación política?
—Ante todo, ¿por qué me tutea usted?... La conversación no tenía nada de política. He aquí cómo ha ocurrido todo: salía yo de mi habitación, a cosa de las diez...
Quería sencillamente, según me dijo luego, hacerle rabiar al policía.