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Me pareció que recibía en mitad del pecho una puñada. " Alguna desgracia!", pensé.

En aquel momento, Semin me llamó con la cabeza.

Sacando fuerzas de flaqueza, acudí.

—¿Qué manda el señor?

A mí tráeme una botella de narzan, y a mi mujer un ragout de vaca. ¡No tardes!

Corrí al cuarto de la servidumbre, donde me esperaba mi mujer, terriblemente pálida.

—Ven en seguida... Echov se ha ahorcado... El oficial de policía te espera...

En el primer momento no acabé de entender.

Sentí un miedo vago, y nada más.

Mi mujer se echó a llorar.

—Ven en seguida... La casa está llena de gente, y todos nosotros, en la calle...

Entonces, entendí del todo. Me puse, temblando, el gabán. Niucha me daba prisa.

—¡Anda, anda! Tendremos disgustos. El policía me lo ha dicho....

Llegamos a casa corriendo. La gente se agolpaba a la puerta. Había dentro multitud de policías. Entré en la habitación de Echov y lo vi tendido en el suelo, con su capote. Se había va lido, para ahorcarse, de su cinturón. Yacía boca arriba, con los puños apretados, como si amenazase a alguien. Daba horror mirarle la cara. Tenía la lengua fuera, y parecía que nos estaba haciendo burla. Su ojo único se hallaba medio cerrado. El oficial de policía del distrito, sentado