Página:El camarero (1920).pdf/68

Esta página no ha sido corregida
64
 

¡Yo preferiría esturgión!

Su marido se encolerizó.

¡No me pongas en ridículo! ¡Come lenguado!

Cuesta la ración tres rublos y medio...

Al señor Semin no le importaba que le oyese yo.

La pobre mujer empezó a comerlo; pero con tanta repugnancia, que no podía pasar bocado.

—¡No volveré a traerte conmigo!—la amenazo él—.¡Qué bestia eres! ¡Qué mal educada!

Me llamó después y con gravedad me' ordenó: — Tráele artichauts!

Su propósito era burlarse más de ella, que no había visto nunca alcachofas y no sabía comerlas.

¡Es una verdadera acémila el tal Semin! Con frecuencia viene en compañía de cocottes. Una vez trajo una chicuela de quince años... una pobre modistilla, y la hizo beber hasta emborracharla.

Se divertía mucho viéndola achisparse. ¡Y pensar que es un hombre de cincuenta años! La hizo comer ostras, langostinos, cangrejos. ¡El sinvergüenza hasta consultaba al maître d'hotel para pedir platos extraordinarios!

¡He visto cada cosa en mis treinta y ocho años de camarero! A veces he sentido una repugnancia invencible. Semin, al menos, es un piojo resucitado, un hombre sin instrucción alguna; pero los hombres instruídos, distinguidos, no son mejores, con frecuencia, aunque nos miran de alto a bajo y nos consideran unos brutos. Los brutos son ellos, no nosotros. Nosotros no nos permiti-