Página:El camarero (1920).pdf/58

Esta página no ha sido corregida
54
 

apurada. Se lavaba él mismo los calzoncillos en su cuarto, cerrando con llave para que no le viese nadie, pues tenía demasiado orgullo y no quería que se descubriese su miseria. Durante mucho tiempo nos había ocultado su empleo en el puesto de policía, diciéndonos que era dependiente de una tienda de gomas, aunque hacía ya años que había dejado de serlo.

Yo estaba muy cansado y deseando acostarme.

—No se aflija usted—le dije—. Si le han echado de la policía, usted encontrará otra colocación.

Siempre se puede encontrar algo.

Pero él me contestó lleno de altivez: —No me han echado; he sido yo el que se ha despedido, después de escupirle en la cara al jefe del puesto. Además, mi tía es muy rica, tiene en el Banco cien mil rublos... ¡No se crea usted, pues, que soy un pobre diablo!

—Entonces, ¿ por qué se desespera usted? No hay motivo...

—Eso es cosa que a usted no le importa! ¿ Con qué derecho me hace usted observaciones?... Lo de la americana e aseguro a usted que le costará caro a ese joven.

No nos cabía duda de que se había vuelto loco.

Kolia estaba pálido, le temblaban los labios.

Echov calló unos instantes y comenzó de nuevo a hablar.

—No hagan ustedes caso de mis palabras. Todo lo que les he dicho es mentira. Nunca he sido espía,oyen ustedes?; Nunca! Y ustedes han sido