Página:El camarero (1920).pdf/48

Esta página no ha sido corregida
44
 

Kapuladi, muy contento, sonriendo y sacudiendo la cabeza, hablaba con el oficial en francés.

—Puesto que al señor oficial le gusta nuestra interpretación, tocaremos alguna cosa más.

Kapuladi volvió a sentarse en su sillón, cogió la batuta y la orquesta empezó a tocar una pieza selecta.

El señor Karasev se había puesto de muy mal humor.

—¿Quién es ese tipo con cara de raposa ?—le preguntó al director.

—El príncipe Chujansky, oficial de dragones.

—¡Ah, sí... el arruinado!

Y el consejero se miró los brillantes de las sor tijas.

Calló unos instantes, y dijo con acento alegre: —¿Y si invitáramos a cenar a toda la orquesta?... Creo que no tendrá usted ningún inconveniente... Yo soy miembro honorario del Conservatorio, y es muy natural...

Stros no se pudo oponer.

—Bueno, si ellas aceptan...

—Eso depende de usted. Procure conseguirlo.

¡Venga esa mano!

Y le estrechó la mano para darle ánimos.

Yo, detrás de él, le miraba el cogote, hasta el cual le llegaba la raya, y decía para mis adentros: ¡Cuántos canallas como tú hay en el mundo!

Habéis estudiado muchas cosas, habéis pasado por escuelas y universidades, y no habéis aprendido a respetar a los pobres. Vuestros padres os han