Página:El camarero (1920).pdf/46

Esta página no ha sido corregida
42
 

—Esa muchachita de Karasev... es una novicia? ¡Qué monada de criatura! ¡No es tonto Karasev, no es tonto!...

Si se hubiera tratado de una actriz o de una cantante, el ramo no hubiera llamado la atención; pero entre todas las señoritas de la orquesta, la señorita Guttelet no se distinguía por nada, y el ramo del señor Karasev era, a los ojos de la gente, ya que no otra cosa, el principio de un ataque en regla.

Yo no me alejaba mucho de la mesa del señor Karasev, por si necesitaba de mí.

—Naturalmente—le dijo a nuestro director—, sabrá quién soy yo... Yo podría hacer mucho por ella...

Y añadió tras un corto silencio: —Se me ocurre una idea: invitémosla y cenemos juntos ella, usted y yo.

Pero el director respondió: —Perdón, querido señor; pero eso... usted sabe lo que nuestra casa se respeta, y conoce sus tradiciones, sus principios... Comprenderá usted que esa cena con una señorita de la orquesta...

El señor Karasev parecía muy contrariado; no estaba hecho a encontrar obstáculos en su camino.

—¿Pero usted piensa que mis intenciones no son honestas?... Esa señorita sólo me interesa desde el punto de vista musical...

—Bueno, bueno... Haré todo lo que esté en mi mano; pero... ya sabe usted..