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I

—Un nuevo amateur—me dije. Hay muchos amateurs entre nuestros clientes.

De pronto dejó caer el monóculo y me llamó con la cabeza.

—Escucha... quisiera saber...

Mi mirada le turbó. Advirtió en ella que su pensamiento no era un misterio para mí.

—¿Hace mucho que toca aquí esta orquesta ?

Y volvió los ojos a otro lado.

Naturalmente, no era eso lo que le interesaba. Estos caballeros empiezan siempre con rodeos. ¡Los conozco a fondo!

—Sí, señor, hace mucho tiempo—le contesté—.

Tres años, con éste.

El lo sabía tan bien con yo. No era la primera vez que venía a nuestro restorán.

—Y di...—se interrumpió breves instantes—.

¿Quién es esa señorita... de la derecha..., la delgada, morena?

"Al cabo—pensé—ha preguntado lo que quería saber!" —No puedo decírselo a usted, señor. Hace poco que toca aquí.

En aquel momento la música sonó con más fuerza: iba a terminar el concierto.

Karasev le hizo una seña al maître d'hotel.

—¡Llévele el ramo a la señorita Guttelet!

Ignaty Eliseich esperó, con el ramo de nuevo en alto, que cesara la música. Las señoritas tocaban muy de prisa, sin poder ocultar su curiosidad.

Kapuladi intentaba en vano hacerles tocar más