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bricas y fincas. No es posible gastar una fortuna semejante, ni aun haciendo las mayores locuras.

Ignaty Eliseich ha calculado que el capital dei señor Karasev renta cada minuto cinco rublos, es decir, trescientos rublos por hora. De modo que si permanece tres horas en el restorán, el señor Karasev gana, sin hacer nada, cerca de mil rublos. ¡Hay que ver cómo viste! Siempre a la última moda. Su reloj, de oro y piedras preciosas y con música, vale diez mil rublos, según me han dicho. Perteneció en otro tiempo al emperador de los franceses, y el señor Karasev lo compró en una subasta. Lleva una sortija con un brillante del tamaño de una nuez y un alfiler de corbata con otro brillante que relumbra como una estrella. Es guapo, de bigote negro, pero bajito, a pesar de sus tacones altos. Está siempre de mal humor y con cara de aburrimiento. Dicen que padece desde su juventud una enfermedad crónica.

Siempre le ha gustado nuestro restorán por su orquesta de damas, conocida en toda Rusia, y dirigida por el señor Kapuladi, de Viena.

Es una orquesta especial y que toca admirablemente. No hay en ella más que mujeres, y sólo se admiten señoritas honestas y finas. La mayoría de las que la forman han estudiado en el Conservatorio. Todas son muy lindas y de una conducta modelo. No le permiten al cliente ninguna familiaridad, y su actitud es siempre muy digna. Claro es que algunas, conquistándolos con su belleza y su talento musical, se hacen queridas

El camarero
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