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será de cuatrocientos cubiertos y se servirá en tres salones. ¡Veinticinco rublos cubierto! Se han engalanado los salones con tal abundancia de flores, que el restorán parece un jardín.

Dentro de poco habrá en el restorán otra solemnidad: la tornaboda del señor Karasev.

La señorita Guttelet, no logrando que consintiese en casarse con ella, se escapó con otro millcnarío; pero él no podía resignarse a tal vejación y salió en un tren especial en persecución de los amantes. Los alcanzó en el camino y se trajo a la señorita Guttelet. Su rival renunció a toda lucha y se dió por vencido: tenía solamente cinco niillones y el otro tenía veinticinco. La señorita, sin embargo, puso sus condiciones: se mantuvo firme en lo del casamiento, y el señor Karasev acabó por acceder.

Hoy será un día de mucho trabajo. Y yo no es toy bueno. Además del reuma, padezco, hace algún tiempo, insomnios. Naturalmente, cuando sirvo a la mesa, nadie advierte mi poca salud.

Ayer pasé un mal rato. Tuve que hacer grandes esfuerzos para contenerme: Vasily Ilich, el sinvergüenza que ha perdido a mi hija, vino a comer a nuestro restorán con una porción de amigos, y me tocó a mí servirle.

¿Qué vamos a hacerle? Hay que tomar las cosas con calma. Uno es un criado y no puede permitirse ideas ni sentimientos propios. Me piden un bisté, y lo sirvo; me ordenan que lleve a un parroquiano a los gabinetes secretos, y lo llevo. No