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En seguida fuí al almacén y hablé largo y tendido con el director, que estuvo muy amable conmigo.

—Ese tipo—me dijo—nos ha robado ya cinco mil rublos. Queremos evitarnos las molestias de un proceso y nos contentaremos con echarle. Su hija de usted es una buena empleada y puede seguir a nuestro servicio.

Y Natacha sigue trabajando en el almacén, sentada ante una especie de cajón. Ha adelgazado, se ha vuelto tímida. No es ya la Natacha orgullosa, independiente, de otro tiempo. Se advierte que sufre; pero espero que esto pasará: todavía es joven y tiene mucha vida por delante.

Aun continúo trabajand lo hago con poca gana y cada día estoy más cansado. A veces siento un deseo casi irresistible de abandonar el restorán, con todo su lujo, y encerrarme en mi caza, en mi modesto cuarto. Pero no me es posible permitirme ese gusto y sigo sirviendo a la mesa, ejecutando las órdenes de los parroquianos. Padezco dolores de piernas; pero los oculto como un crimen, pues si la dirección se enterase volvería a echarme.

Hoy es domingo. Hay que ir temprano al restorán, donde tiene lugar una gran solemnidad: la celebración del centésimo aniversario de la fundlación de las fábricas de Karasev. Numerosas sociedades industriales y comerciales estarán representadas en ella. Habrá discursos y brindis. El banquete, que comenzará a las siete de la tarde,