Página:El camarero (1920).pdf/233

Esta página no ha sido corregida
229
 

—¿Qué quiere usted que le diga?

Se advertía en su voz una honda desesperación.

—Quiero saber lo que te pasa. Estás tan turbada hace algún tiempo, tan nerviosa... Mírame a la cara... ¡No te atreves! ¡Habla! ¡No te haré nada! ¡Cuéntamelo todo, Natacha!

Me miró, pero continuó sin despegar los labios.

Para conmoverla, le dije: —Tu madre, desde ese retrato, te está rogando con los ojos que no ocultes la verdad más tiempo. Por su memoria, te suplico que me contestes: por qué quieres dejar a tu palre? ¿Qué daño te he hecho? He trabajado toda la vida para darte una buena educación, y ahora...

Natacha se acercó a mí y se apretó contra mi pecho.

Si supiera usted cómo sufro!

—¿Pero por qué sufres, hijita? ¡Díselo a tu padre, que te quiere tanto y te defenderá. ¿Por qué quieres vivir aparte?

—Porque... porque... aquí en casa... como tengo un novio...

—¿Que tienes un novio?

—Sí... Vasily Ilich... mi jefe...

—¿Y por qué lo ocultabas? ¿Qué motivo es ese para que pretendas vivir aparte? Natacha, tú me engañas...

—Es que... Vasily Ilich no puede casarse conmigo por ahora... Su abuela no se lo permite.

La rechacé indignado. Me ahogaba la ira.

—Mientes!—grité. ¡Todo eso es una inven-