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Un día llamaron a la puerta y me quedé muy sorprendido al ver que quien llamaba era el camarero Ikorkin: no éramos amigos y no nos visitábamos.

—Nuestra asociación—dijo—no tiene todavía bastante dinero para auxiliarle a usted; pero hemos decidido sacrificarle cada uno un kopek diario. Le traigo tres rublos que hemos reunido ya.

Le contesté que mi situación no era todavía tan difícil y que, además, mi hija ganaba un sueldo y nos ayudaba. El, sin embargo, se empeñó en que yo tomase el dinero.

—Tómelo, no sea usted tonto: sus compañeros quieren ayudarle. Tenga la bondad de darme un recibo.

Le invité a beber con nosotros una taza de te, pero no aceptó.

Aquella noche, Cherepajin me entregó las señas de cinco pastelerías.

—Toco con frecuencia el trombón—me explicóen estos establecimientos. He hablado de usted en todos ellos, y en los cinco me han contestado que le darán con mucho gusto una colocación en la casa.

Yo, agradeciéndole mucho sus gestiones, le dije que no me convenía una colocación así. Prefería alquilarme por noches, ya en un establecimiento, ya en otro, como camarero extra.. Tal modo de ganarse la vida siempre es más productivo que quedarse a servir definitivamente en un establecimiento modesto, como las pastelerías en que CheC