Página:El camarero (1920).pdf/20

Esta página no ha sido corregida
16
 

nosotros... Había escrito no sé qué libro. Se pronunciaron un sinfín de discursos y se nos rompieron dos rublos de vajilla. No saben esos caballeros que somos nosotros, los criados, quienes pagamos la vajilla que rompen los clientes, a los que no se atreven a molestar los hosteleros con tales bagatelas. Manoteando al perorar, rompen vasos y copas, y cada vaso y cada copa que se rompe es un rublo que sale de nuestros bolsillos. Con toda su sabiduría, no comprenden una cosa tan sencilla.

Ve uno cosas que le descorazonan. Ahí tienen ustedes el caso del señor Glotanov, el abogado...

Este señor come manjares exquisitos, bebe vinos de marca, tiene casas, dinero y no se sabe por qué el cielo le ha concedido todo eso. Es un hombre como nosotros, acaso peor. Por lo menos, hay quien afirma que es un granuja.

Recuerdo el banquete de la sociedad de fabricantes, de la que es abogado el señor Glotanov.

Asistieron todos los grandes capitalistas de la ciudad, entre ellos el famoso millonario Guchin, el cual le dijo en alta voz al señor Glotanov, dándole unas palmaditas en el hombro: ¡Eres uno de nuestros granujas más ilustres!

Todos se rieron, incluso el mismo Glotanov.

Después, a los postres, una francesa que estaba sentada junto a Guchin, queriendo hacerle gracia a éste, le gritó al abogado: —Granuja!