Página:El camarero (1920).pdf/196

Esta página no ha sido corregida
192
 

huésped de usted, Sergio Mijailovich... Usted no lo sabe? Si usted me diera su dirección, yo iría a verle y, entre los dos, conseguiríamos la libertad de Nicolás.

Mal podía yo darle, ignorándola como la ignoaba, la dirección que me pedía. Empezó a lamentarse de lo desgraciado que era. Yo le conté mis desventuras.

—Mi Kolia tenía que examinarse ahora, y su detención se lo impide. ¡Todo por los dichosos huéspedes!

—Sí—contestó el desconocido, también a mí los compañeros me cuestan bastantes disgustos.

Parecía muy triste. De pronto, me cogió una mano y dijo, estrechándomela: —Está visto que no hay otro remedio. ¡Oiga usted! ¡No nos queda más recurso que ir a la gendarmería y contar todo lo que sabemos! Estoy seguro de que nos perdonarán. ¡No puedo más! He padecido demasiado. Si decimos cuanto sabemos, pondrán en libertad a su hijo de usted y a mí me darán un pasaporte. Pero yo no me atrevo a ir solo a la gendarmería... ¡Dios mío! Yo era antes tan feliz, y ahora... Si no hace usted lo que le aconsejo, su hijo será tan desgraciado como yo. ¡Vamos!

Le contesté que ya les había contado a los representantes de la autoridad todo lo que sabía, y que, sin embargo, Kolia seguía aún en la cárcel —Entonces, ¿qué vamos a hacerle?—me dijo—.