Página:El camarero (1920).pdf/177

Esta página no ha sido corregida
173
 

la marcha de los huéspedes. Me alegro mucho de que se hayan marchado.

Tenía razón: aquella gente había sido fatal para nosotros.

XV

Pasamos una tarde muy triste, como si estuviésemos de duelo. Natacha se encerró en su rincón; Kolia, en el cuarto de los huéspedes. Cherepajin y su compañero se fueron con sus instrumentos.

Yo estaba tan sin ánimo, que no tenía gana de ir al restorán y me acosté, para descansar un ratito.

A cosa de las siete me despertó Niucha asustada.

—La casa está llena de humo... ¡Tal vez sea un incendio!

Salté de la cama. La humareda era tal, que ni siquiera se veía la luz de la lámpara. Corrí a la habitación de los huéspedes y encontré a Kolia muy agitado.

—He tirado, por distracción, una cerilla en un montón de papeles. Cuando han empezado a arder los he cogido y los he echado a la chimenea...

En esto llamaron a la puerta. Salió a abrir Kolia y le oí hablar por lo bajo con el que llamaba; luego entró, se puso el gabán y se fué a toda prisa.

¡Todo aquello era tan extraño!

¡No me gustan estos misterios!—me dijo mi