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en nuestro restorán... Basta con que diga "Esto quiero", para que en seguida... Creo que se prestará muy gustoso a hacer algo por mí...

Kolia, como movido por un resorte, se sentó en la cama.

—Se burla usted?—me gritó, temblando de pies a cabeza— . ¡Nunca! No quiero que se humille usted. Prefiero...

Y calló.

— Qué?i Qué prefieres?

—Nada. Ya verá usted cómo me preparo y salgo bien de los exámenes... ¿Se cree usted que no sufro yo tanto como ustedes?

Había lágrimas en su voz.

—Ustedes esperaban que yo les proporcionase alegrías... y, en vez de eso...

Kolia empezó a llorar con tal desconsuelo, que sus sollozos asustaron e hicieron acudir presurosas a Niucha y a Natacha.

Perdónenme!—decía—. ¡Qué disgusto les he dado! Yo pondré de mi parte todo lo que pueda para hacérselo olvidar. Yo trabajaré...

Y lloraba a gritos, y los dientes le castañeteaban.

Al cabo, con mucho trabajo, conseguimos calmarlo.

—Déjenme, déjenme... voy a dormir...

Mi mujer y Natacha se fueron. Yo me quedé solo con Kolia.

—Oiga usted, papá—me advirtió—. No haga usted ninguna tentativa. Será inútil. Les he di-