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golpecitos en el El señor Glotanov dió unos plato con el cuchillo. Es su manera de llamarme.

—Te he pedido Narzan!

Yo estaba a punto de llorar. Y—me avergüenzo de decirlo le lleve la botella, pero sin descorcharla.

Su asombro ya no tuvo límites.

No pude contener las lágrimas, y me las sequé con la servilleta.

—¿Pero qué demonios te pasa?

¿Cómo iba yo a contarle todas mis desgracias?

Lo único que hice fué pedirle perdón y excusarme diciendo que había sido un simple olvido. No podía decirle que me encontraba enfermo, pues eso nos está prohibido. A un camarero enfermo no se le puede permitir que sirva a los clientes.

Tampoco podía decirle lo que le había ocurrido a Kolia...

El señor Glotanov no insistió. En vez de los cincuenta kopeks de propina que me daba siempre, me dió un rublo entero. ¡De algo me sirvieron las lágrimas!

Cuando volví a casa encontré a mi mujer llorando. Tenía los ojos hinchados. "Lo sabe todo"pensé.

Le pregunté por Kolia y me dijo que, hasta muy entrada la noche, había estado escribiendo una carta; que había salido luego, y que después había vuelto y se había acostado.

—¡Ve otra vez a ver al director!—me suplicó—.