Página:El brazalete de rubíes - Kuprin (1920).pdf/80

Esta página no ha sido corregida
80
 

Vasiutinsky compró un ramito de violetas me dio mustias y lo lanzó a la cubierta. El ramito, antes de caer a los pies de Elena, tropezó en el sombrero de un señor fornido y anciano, que se apresuró a excusarse, como si él hubiera tenido la culpa.

Elena recogió el ramito, y, mirando con una sonrisa amistosa a Vasiutinsky, se llevó a los labios las violetas.

Mientras tanto, el barco, obediente a las voces de mando y a los silbidos, se apartaba poco a poco de la orilla, lanzando por sus agujeros inferiores chorros de agua espumosa. Como una enorme bestia mansa, consciente de inmensa fuerza y temerosa de hacer daño, avanzaba con precauciones, eligiendo, cuidadoso, el camino.

Elena no perdió de vista, durante largo rato, a Vasiutinsky, casi un palmo más alto que los demás hombres estacionados en el muelle. El ag:taba su sombrero de bandido, y ella le respondía agitando su pañuelo. Pero poco a poco las personas que había en el muelle se fueron confundiendo en una masa vaga, sobre la que se agitaban, como un enjambre de mariposas multicolores, pañuelos, sombreros, paraguas.

II

Era por Navidad, y el barco iba llenísimo. Toda la popa, todos los pasadizos del puente y todos íos camarotes estaban atestados de gente. En los NO