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Pero las fuerzas le faltaron de pronto y se dejó caer en la silla llorando.

—Le pido a usted perdón... ¡Es tan doloroso! Tengo el corazón oprimido...

Y al través de las lágrimas, la princesa leyó las palabras siguientes: "L. van Beethoven. Son. N. 2, op. 2. Largo apassionato."

XIII

Vera Nicolaievna volvió a su casa muy tarde, y se alegró mucho de que ni su marido ni su hermano se encontrasen allí. Quien la esperaba era la pianista Yenny Reiter. Turbada, conmovida, Vera corrió hacia ella, y besando sus bellas y lar gas manos, exclamó:

—¡Querida Yenny, toca algo!

Y en seguida salió al jardín y se sentó en un banco, muy cerca de la ventana abierta para escuchar la música.

—¿Qué quieres que toque?—preguntó Yenny.

—La sonata de Beethoven N. 2, op. 2. Largo apassionato.

Un instante después resonaban en el jardín los acordes admirables, únicos por su profundidad.

Conmovidísima, Vera escuchaba, con los ojos cerrados. Le parecía que los sones dulces y emocionantes de aquella sonata contaban la historia de una vida gustosamente sacrificada en aras del amor, sin una queja, sin un reproche. Hasta le parecía oír las palabras que los acompañaban: