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les: P. P. G." Hay una postdata que dice: "Tenga la bondad de contestarme a lista de Correos." El príncipe volvió la hoja y continuó:

—Aquí, señoras y señores, pueden ustedes admirar el retrato del caballero sin miedo y sin tacha, muy bien dibujado con lápices de colores.

He aquí el corazón de Vera atravesado por una flecha. Pero como Vera es una muchacha ejemplar y bien educada, le enseña la carta a sus padres y al amigo de la infancia a quien está prometida, el guapo mozo Vasia Chein. Este, vertiendo lágrimas, le devuelve a Vera su anillo de alianza.

"No seré yo le dice—quien turbe tu felicidad; pero te suplico que no obres sin reflexionar antes No sabes nada de la vida, hija mía, y eres como una mariposa atraída por la luz de la lámpara, mientras que yo... ¡Ay, yo conozco el mundo cruel e hipócrita! Desengáñate: los telegrafistas son unos encantadores pérfidos. Experimentan un enorme placer engañando con su belleza y con su labia a las muchachas para burlarse después de ellas cruelmente." Bueno, señoras y señores—añadić tras una corta pausa el príncipe—; han pasado seis meses. Arrastrada por el torbellino del vals de la vida, Vera ha olvidado a su telegrafista y se ha casado con el joven y hermoso Vasia. Pero el telegrafista no puede olvidarla. Miren ustedes este dibujo: representa al digno héroe, disfrazado de deshollinador, todo negro, que penetra en el cuarto de la princesa. Por todas partes se ven las señales de sus cinco dedos y de sus labios: en los