Página:El brazalete de rubíes - Kuprin (1920).pdf/33

Esta página ha sido corregida
33
 

joven oficial Bajtinsky. Vera se acercó a ellos, ysonriendo, se puso a escucharlos.

—No, no, hablo muy en serio—decía alegremente Ana, fijando sus provocativos ojos tártaros en el oficial—. No crea usted que sólo los hombres trabajan. ¿En qué consiste su trabajo de ustedes? En correr locamente a caballo, en centaurear ante el escuadrón, mientras que nosotras... Mire usted: acabamos de terminar la lotería de beneficencia. ¡Dios mío, qué horror! Por todas partes la muchedumbre atropellándose, la plebe, los cocheros, los porteros, los... El aire impregnado de humo, gritos, juramentos, lamentaciones, quejas, ¡y todo el día de pie en los quioscos! Ahora tenemos que organizar un concierto a beneficio de los trabajadores intelectuales, después un baile...

—En el que espero que me concederá usted un vals...—dijo Bajtinsky con un gracioso saludo y un sonoro choque de espuelas bajo el sillón.

—Bueno, puede usted contar con él... Pero lo que me preocupa sobre todo es nuestro asilo... Un asilo para los niños viciosos, ¿comprende usted?

—Sí, sí, comprendo. Debe de ser una diversión.

—¿No le da a usted vergüenza tomar a broma cosas así? Como sabe usted, existen niños que han heredado de sus padres muchos vicios, que no han visto sino malos ejemplos... Pues bien, nosotras queremos corregirlos, hacerlos mejores...

—¡Admirable!

El brazalete
3