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esperar contestación. Ahora sólo guardo para usted una rendida adoración, un respeto infinito y una devoción de esclavo. Le pido constantemente a Dios que la haga a usted dichosa, y me recre en el pensamiento de su dicha. Amo las butacas en que usted se sienta, el suelo que usted pisa, los árboles que roza usted ligeramente al pasar; amo a los servidores a quienes usted habla. No me inspiran celos ni los hombres ni las cosas.

Le ruego nuevamente que me perdone el haberla molestado con esta larga carta inútil.

Suvo hasta la muerte y después de la muertesu humilde servidor G. S. Y." —¿Debo enseñarle esta carta a mi marido, 0 no? ¿Y si se la enseño, lo hago en seguida o cuando todos se hayan ido? No, lo mejor será esperar a que nos quedemos solos; de lo contrario, este desgraciado será objeto de la hilaridad general, y yo también me pondré en ridículo...

Mientras pensaba así, la princesa Vera admiraba las cinco llamas escarlata que rutilaban en el interior de los cinco rubíes.

VI

El coronel Ponomarev no sabía jugar al póker, y no quería sumarse a los jugadores. Pero al cabo cedió a sus instancias y se sentó con ellos.