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Dnieper, cerca del puerto. Como todos los jugadores que juegan por vicio y no para lucrarse, era generoso, cortés y un poco fatalista.

Ocupaba la habitación número 3 el ingeniero Butkovsky. Según contaba, había estudiado la carrera de ingeniero de Minas y la de ingeniero de Caminos, y había estudiado también en el institutagrícola y en el tecnológico y en una escuela superior del extranjero. En efecto, estaba abarrotado de conocimientos de todas clases. Era, en este respecto, una especie de salchichón, o, más bien, una a manera de maleta demasiado llena y muy difícil de cerrar, de la cual, al abrirla, sale en desorden todo lo que contiene. Sin el menor esfuerzo, aunque no se le invitase a ello, hablaba, como un libro, de aviación, de botánica, de estadística, de política, de los ictiosauros, de astronomía, de fortificaciones, del análisis espectral, de avicultura, de riegos, de la conservación de los bosques, de la canalización.

Todos los meses, durante algunos días, se entregaba de un modo desenfrenado al alcoholismo.

Entonces sólo hablaba en francés, y también en francés les escribía breves cartas a sus antiguos compañeros de carrera, solicitando préstamos pecuniarios. Después, durante cinco días, no salía de su cuarto, donde permanecía acostado bajo su capa azul. No hacía absolutamente nada, salvo escribir a los periódicos una enorme cantidad de cartas sobre todo género de asuntos: sobre las . marismas de Pinsk, sobre el descubrimiento de 46