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DEMIR—KAIA



(LEYENDA ORIENTAL)

El viento se calmó. Tal vez nos viéramos en la precisión de pasar la noche en el mar: nos separaban de la costa más de treinta kilómetros.

Nuestro barco, de dos palos, se balanceaba perezosamente sobre el agua. Las velas mojadas colgaban como trapos.

Una niebla blanca nos rodeaba por todos lados. No se veían las estrellas, ni el cielo, ni el marni la noche. No encendimos las luces.

Seid-Abli, el viejo patrón del barco, sucio y descalzo, nos contó con voz queda y grave una antigua historia en la que creí a pie juntillas, porque la noche era tan extrañamente silenciosa, porque alrededor de nosotros dormía el mar invisible, por.que sobre nuestras cabezas se acumulaban nubes blancas.


Le llamaban Demir—Kaia, que quiere decir "Roca de Hierro", y le llamaban de ese modo porque no conocía la piedad, la vergüenza ni el miedo.

Era jefe de una partida que recorría los alrededores de Stambul, la Tesalia, la Macedonia mon-