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tro meses, a tomar baños de mar. Antes y después de aquellas vacaciones casi no había salido del instituto. Sólo una vez cada dos o tres meses le pedía permiso a la directora para pasar la noche del sábado al domingo en casa de una tía enferma que vivía donde Cristo dió las tres voces, y que padecía desde hacía muchos años una dolencia cruel que le impedía levantarse de su sillón.

Después de pasar una noche penosa junto a la enferma, aquejada de insomnio, y, además, nerviosísima y llena de caprichos, Natalia Davidovna se presentaba en el instituto por la mañana tempranito para asistir a misa con sus alumnas. Después de misa, cuando todas las inspectoras pasaban, haciendo reverencias, por delante de la directora, ésta invitaba a acercarse a Natalia Davidovna con un movimiento de cabeza.

Eh bien! Comment se porte madame votre tante?

—Princesse, Dieu seul peut la sauver. Elle souffre beaucoup—respondía suspirando y tristemente Natalia Davidovna.

— Pourquoi n'étes—vous pas restée encore auprés d'elle ?

—Je suis venue pour remplir mon devoir, princesse.

—Mais vous—méme, mon enfant, vous avez l'air maladif.

—Ma tante n'a pas fermé l'oeil pendant toute la nuit.