Página:El brazalete de rubíes - Kuprin (1920).pdf/106

Esta página no ha sido corregida
106
 

oficial... Querido Sergio, te suplico que me contestes con toda franqueza, sin ambages, sin rodeos.

Y ten en cuenta que, aunque te he sido infiei, no he cesado ni por un segundo de amarte más que a todo el mundo.

Guardó él silencio algunos instantes; cogió la mano de su mujer y quiso estrecharla, pero ella la retiró.

—Me has asustado, Elenita... No sé qué contestarte. Te juro que no lo sé. Si te hubieras enamorado de otro, no me hubieras engañado...

Hubieras venido a mí y me hubieras dicho: "Ser gio: ambos somos honrados y libres; yo ya no te amo; amo a otro. Perdóname y separémonos." Y yo te hubiera besado, antes de separarnos, la mano, y hubiera respondido: "Te agradezco cuanto me has dado, bendeciré siempre tu nombre, y sólo te pido una cosa: el derecho de considerarte un amigo mío." —No, no... No es eso..., no es eso. No amo a ningún otro; sencillamente te he sido infiel de un modo brutal. Te he sido infiel porque no he podido evitarlo, sin querer, sin responsabilidad.

—Pero ¿te ha gustado? ¿Has sentido placer en los brazos... del... ?

¡Oh, no, no! Sólo he sentido una repulsión profunda, irresistible... Figúrate que he sido víctima de una violencia...

Sergio atrajo a su esposa suavemente hacia sí.

Ella entonces no se resistió.

—Querida Elenita, no pensemos más en esc.