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otra, en cuyo caso será aquella la de ventaja: debe estudiarse tambien qué pieza es mas necesaria á nuestros fines en cada posicion: debe procurarse, por último, sostener el único caballo y el único alfil, pues siempre conviene jugar con piezas de toda especie.

Los alfiles enemigos deben perseguirse cuando se tienen muchos peones, á los cuales harian aquellos considerable daño.


Nota. Habiendo sorprendido á algunos el que designemos constantemente á esta pieza con el nombre de alfil y no con el de arfil, debemos advertirles: que ya en la página xxiii hemos espuesto las varias etimologías de esta palabra, menos la inverosímil árabe de feyere, agorar, y de ahí alfil, segun Castro, y arfil, segun Covarrubias, en significacion de buen agüero; que D. Alfonso el Sabio, en su Tratado de juegos, dice: «Están otros dos trebejos que se semejan é llaman alfiles en algarabía»; que D. Adolfo de Castro, incluyendo ámbas palabras, dá la preferencia á alfil, añadiendo que «algunos, corrompidamente, dicen arfil»; que en catalan se dice alfil y en italiano alfiere y alfiero, como sinónimos de alferez; que, aun Covarrubias, que escribe arfil y no alfil, dice que esta voz precedió á aquella; que es mucho mas probable la etimología árabe que la griega, para españoles sobre todo, y aun más para jugadores; que la Academia, autoridad suma en materias dé lenguage, dice alfil y no arfil; y finalmente, que algunos diccionaristas incluyen indistintamente ámbas voces, así como hay quienes escriben alfir y orfil.